sábado, 25 de junio de 2022

25 de junio de 1806. Primera Invasión Inglesa. El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla

a historia nunca es irrelevante, siempre deja enseñanzas, nunca muere como dijo el politólogo Francis Fukuyama en su libro “El fin de la Historia y el último hombre”, o ¿acaso está muerta la humanidad? La historia siempre impacta con nuestra realidad más temprano que tarde. Enseñar Historia es tomar conciencia que somos finitos, es necesario saber historia para saber el sentido de nuestras vidas porque estamos aquí, que valores trasmitimos para seguir adelante,
Las disputas de las potencias europeas por las colonias americanas se enmarcaban en el proceso europeo de las guerras napoleónicas. Dos de las principales potencias (Francia y Gran Bretaña) se enfrentaban en el continente europeo y en las colonias

Las dos invasiones inglesas al Río de la Plata intentaron quebrar el monopolio español y abrir nuevos mercados consumidores de sus productos. La preparación de la primera invasión inglesa (1806) se realizó en El Cabo (Sudáfrica). Al mando de Popham los británicos toman El Cabo y organizan desde ahí la invasión a Buenos Aires.

Ahora bien, la decadencia española y la ineficacia de sus autoridades en las colonias de Sud América fueron campo propicio para las ambiciones inglesas y posteriormente para la Revolución de Mayo.
 
El 25 de junio de 1806, en la zona ribereña de Quilmes, desembarcan tropas británicas con poco más de 1.600 soldados de la infantería a las órdenes del Brigadier General William Beresford. Cuando las tropas británicas cruzaron el Riachuelo, Sobremonte huyó hacia Córdoba y Buenos Aires quedó bajo gobierno inglés durante casi dos meses.

Cuando se escuchó la alarma general, militares y milicianos corrieron al fuerte. En medio de un caos total, nadie ordenaba ni organizaba “a hombres ignorantes de toda disciplina y sin subordinación alguna”, como describió el entonces capitán de milicias Manuel Belgrano en su autobiografía.
A las once de la mañana del día 27, Beresford tenía la mayor parte de su ejército del otro lado del río y había sido informado por sus amigos de Buenos Aires, que el Virrey había huido con las tropas, dejando la ciudad totalmente desguarnecida. Sobre el mediodía del 27 de junio de 1806, se concretó la rendición de Buenos Aires, una ciudad de más de cuarenta mil habitantes era tomada por un pequeño ejército. Beresford y sus oficiales se presentaron en el fuerte y recibieron del brigadier José Ignacio de la Quintana la rendición de Buenos Aires.

El día 28 flameó en el Fuerte la bandera británica, saludada con una salva de artillería que fue contestada desde la escuadra, que dominaba el estuario del Río de la Plata. Beresford exige que se le entreguen los tesoros reales que Sobremonte en su huída llevó hasta Luján, se le concede y despacha una comisión de veintiséis hombres en su búsqueda

Foreign Office, septiembre 4, 1810.

Recibido este día, de manos del capitán Alejandro Gillespie, de los marinos reales, un libro, conteniendo los juramentos de lealtad a su majestad británica, firmados en Buenos Aires en el curso de julio de 1806, por cincuenta y ocho habitantes de esa ciudad, junto con las palabras de los oficiales españoles y criollos del ejército regular y provincial de Buenos Aires, comenzado el 1° de julio de 1806. El mismo para ser depositado en el Foreign Office. W. Hamilton.

Mientras tanto en Buenos Aires, Juan Martín de Pueyrredón y Martín de Álzaga organizaron una resistencia mientras en Montevideo, Santiago de Liniers reclutaba y adiestraba tropas para recuperar la ciudad. El son les empezaba a dar en la espalda

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