martes, 28 de marzo de 2017





Los "ni-ni": en Argentina uno de cada cinco jóvenes no estudia ni trabaja

 Fuente Diario Diario La Nacíon, Clarín E Infobae. 2016

Los chicos que ni estudian ni trabajan son 875.000 jóvenes de entre 15 y 24 años, y representan el 19,8% de las personas de esa edad. Las cifras surgen de un informe del Banco Mundial sobre los denominados "ni-ni" en América Latina publicado esta semana.
Argentina tiene casi el doble de "ni-ni" que hace 20 años: en 1992 eran 470 mil, según cifras de la SEDLAC, la base de datos del Banco Mundial sobre América Latina.

El aumento responde en parte a causas demográficas: la población de esta edad creció 65% (de 2,6 a 4,3 millones) en el mismo período. Pero mientras varios países de la región lograron reducir sus porcentajes de "ni-ni", Argentina es una de las naciones de América Latina donde se agravó el fenómeno (creció 1,6 puntos porcentuales).

Entre los vecinos, Brasil no registra cambios significativos, en tanto que Chile, Perú y Venezuela lograron reducir hasta un 12% sus tasas de los jóvenes que no estudian ni trabajan en estas dos décadas.

En total, en América Latina hay más de 20 millones ni-ni, la mayoría de ellos vive en la pobreza y dos tercios son mujeres.

El ni-ni latinoamericano típico es una mujer de un hogar urbano, si bien el número de ni-ni mujeres en la región está descendiendo por un mayor acceso a oportunidades educativas y laborales.

En cambio, el problema se viene intensificando entre los jóvenes varones: hay 1,8 millón de "nuevos" ni-ni en América Latina desde 1992, y la gran mayoría hombres. En Argentina, por ejemplo, mientras que el 80% de las jóvenes van a la escuela secundaria, sólo el 67% de los chicos asisten. La diferencia a favor de ellas se incrementó en los últimos 10 años, según datos de la OCDE.

 

 Esta noticia es del 2010


Por Alejandro Rapetti Especial para lanacion.com

Foto: Flickr/jsoundwav
Miguel tiene 17 años, vive en el Barrio Ramón Carrillo, en Villa Soldati y dejó de ir al colegio en 2009 porque debía algunas materias y terminó repitiendo el año. "Me cansé de estudiar cosas que después no me sirven para nada. Igual, si termino de estudiar, después es muy difícil conseguir un trabajo. Ahora estoy ayudando a mi viejo con algunas changas hasta que consiga algo", cuenta. Así como Miguel, son muchos los casos de adolescentes que ni estudian ni trabajan. La problemática se extiende también a otras partes del planeta, como España o México, donde ya se los conoce como "Generación Nini". Y hasta existe un proyecto para incorporar el vocablo al diccionario de la Real Academia Española .

En febrero de 2010, en el 47° Curso de Rectores del Consejo Superior de Educación Católica (Consudec) , el presidente de la Comisión de Pastoral Social Monseñor Casaretto, señalaba ante más de 1500 docentes que la Argentina debe "ocuparse de los 900.000 jóvenes de todo el país que no estudian ni trabajan", según estadísticas de la Cepal y la OEI. En diálogo con LA NACION, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, que participó de la inauguración del encuentro, negó entonces que llegaran a 900.000 los chicos de 13 a 19 años que están fuera del secundario , donde hoy estudian 3,7 millones de alumnos, aunque aclaró que compartía la preocupación y el diagnóstico de la Iglesia.

Según las estadísticas del ministro de Educación, la cantidad de chicos que no están escolarizados en el secundario asciende a 550.000. Sileoni dijo que el abandono escolar es un problema en todo el mundo y reseñó varias acciones cumplidas, como haber llevado la inversión educativa en todo el país al 6% del PBI y establecer la obligatoriedad del secundario. A esas medidas ahora hay que sumar el anuncio que el último 6 de abril realizó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre los 3 millones de netbooks que serán entregadas hasta 2012 a los estudiantes de las escuelas secundarias de todo el país.
Foto: Flickr/whatmegsaid
La licenciada Jazmín Gulí, psicóloga especializada en constelaciones familiares y terapias de pareja y autora del libro Amor Delivery: sexo y amor en la era del consumo (Aguilar), sostiene que en los últimos quince años las consultas de adolescentes son por estados de angustias difusas más que por vivencias traumáticas o peleas con los padres; la angustia que se despierta ante la falta de bordes definidos, de límites claros, reglas para oponerse y transgredir. Una nebulosa indiferenciada que se vio incrementada durante los últimos tres años con la solicitud de terapias para chicos de 18 a 21 años que debían materias de la secundaria, y no sabían qué seguir haciendo después. Sin saber en quién y en qué creer, o para qué esforzarse, una sensación de sin sentido acompaña a estos adolescentes. "Entiendo que en toda transformación hay pérdidas y ganancias, y seguramente estamos yendo hacia una nueva percepción de la vida más realista en cuanto a lo incierta y frágil que es, cuando muchos de los valores anteriores se apoyaban en una idea errónea e ilusoria. Ahora, en esta transición, al perderse ciertas seguridades y garantías, se está perdiendo también el sentido, el para qué hago lo que hago si, en definitiva, nada permanece", advierte.
Para Gulí, también se puede tomar este pasaje a lo incierto como una invitación a buscar aquello que es esencial, dentro de lo cual podría mirarse al trabajo en sí como aquello que nos asemeja a la vida.
"Allí donde hay jovencitos que descreen del título de la secundaria o de los beneficios de un trabajo, habría que orientarlos a que busquen la realización en concretar su esencia, que aprendan a hacer aquello que más les gusta, en serio. Claro, lo bueno sería que les guste algo", apunta.
Para Liliana Mayer, socióloga y máster en Investigación en Ciencias Sociales (UBA - Conicet), mientras duró el Estado de Bienestar, la escuela estaba articulada a un entramado social más amplio, que suponía que una vez terminado el proceso de aprendizaje los jóvenes accederían a algún trabajo digno. Inclusive para quienes quedaban excluidos de las instituciones educativas, existían mecanismos paralelos de integración social.
"Esta situación permitía pensar en diferir la satisfacción, en pos de un sacrificio que redituaría en algún futuro cercano. Esto no es lo que sucede con muchos jóvenes en este momento para quienes no hay futuro. En este sentido hay que aclarar que el abandono escolar está relacionado con las relaciones de clase y económicas y que se expresa con mayor intensidad en los sectores populares".
Y añade: "Esto habla de los problemas que atraviesan las instituciones educativas para relacionarse con los nuevos alumnos, y también de la dificultad de sostener una rutina de sacrificio en pos de un futuro mejor, cuando no se vislumbra futuro alguno. Entonces la rutina escolar no sólo se vuelve poco atractiva -situación que se refuerza frente al formato flexible de los medios de comunicación- sino, principalmente, intolerable".
Eva tiene 19 años, vive en la villa 31 de Retiro, y dejó el colegio para ayudar a su mamá a cuidar a sus cinco hermanos cuando ella trabaja. "Mi mamá trabaja en casas de familia, y como yo soy la más grande me quedo con mis hermanitos cuando no está. Igual, el año que viene espero poder anotarme para terminar", cuenta.

Foto: Flickr/lollaping
En cuanto a la población Nini de la ciudad de Buenos Aires (es decir, residentes de 13 a 19 años), al momento del relevamiento de la Encuesta Anual de Hogares del 2008 (octubre-noviembre) no asistía a la enseñanza y era inactivo (no trabajaba ni buscaba) el 3,8%; si se agregan a los activos pero desocupados, el valor asciende al 5,4%. Es decir son valores bajos con respecto al resto del país. "Hay que tener en cuenta que en el ámbito laboral éste es uno de los grupos etários más vulnerable y frágil, al que les cuesta bastante conseguir empleo debido a su escasa experiencia laboral, calificación y nivel de instrucción. Con respecto a la asistencia escolar el 89% asiste a la enseñanza formal, nivel también bastante alto, aunque menor a la asistencia al nivel primario (97,7%)", destacó por su parte Victoria Mazzeo, jefa del Departamento Análisis Demográfico de la Subdirección General de Estadísticas Sociodemográficas que depende de la Dirección General de Estadística y Censos del gobierno porteño.
En cualquier caso, estos índices hablan de una crisis de cohesión social, y de la necesidad de profundizar en la intervención de un Estado benefactor, aún con todos las críticas que se puedan hacer al caso argentino.


www.elarcondeclio.com.ar Página de Recursos Educativos para alumnos en el Link Alumnos.

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